Más de 30 años después de su prohibición, se han detectado niveles récord de CFC en la atmósfera. Los CFC o clorofluorocarbonos son sustancias derivadas de hidrocarburos saturados obtenidos mediante la sustitución de átomos de hidrógeno por átomos de cloro y flúor.
Como explica el Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminantes, «estas sustancias no son productos naturales, sino fruto de la química industrial«. Por ello, «su degradación es muy difícil y su presencia en la atmósfera se prolonga durante muchos años (50 – 100)».
Los CFC son gases inertes que no reaccionan con los tejidos animales ni vegetales. Los CFC se degradan combinándose con el ozono estratosférico, en condiciones de frío y luminosidad. Esta reacción química implica, también, la destrucción del ozono.
La prohibición de los CFC
Los CFC se emplearon ampliamente en el pasado como refrigerantes, propelentes de aerosoles, disolventes o agentes espumantes. Cuando se descubrió que al llegar a la estratosfera eran la principal causa de destrucción de la capa de ozono hizo que se prohibieran durante el siglo pasado.
El 23 de enero de 1978, Suecia fue el primer país del mundo en prohibir los CFC en los aerosoles. Al poco tiempo, se prohibirían a nivel global gracias a la firma del Protocolo de Montreal, que entró en vigor el 1 de enero de 1989.
Desde ese momento, la capa de ozono se ha ido recuperando a un ritmo de un 1% a un 3% por década desde el año 2000. «Los científicos estiman que el ozono del hemisferio norte y de latitudes medias podría recuperarse alrededor del año 2030, el del hemisferio sur hacia 2050, y el de las regiones polares, hacia 2060», como recoge National Geographic.
Sin embargo, los CFC aún pueden ser liberados a la atmósfera como materias primas. Esas materias primas son empleadas para producir otros compuestos o como productos intermedios y subproductos durante la producción de otras sustancias químicas, como los como los hidrofluorocarbonos (HFC). Los HFC son sustitutos de los CFC que actualmente se utilizan en refrigeración y en el aire acondicionado.
Se han detectado niveles récord de CFC en la atmósfera
El equipo dirigido por el químico de la Universidad de Bristol, Luke Western, ha comprobado que la abundancia de cinco CFC con pocos o ningún uso actual, había aumentado en la atmósfera entre 2010 y 2020. Los investigadores descubrieron que la concentración atmosférica de los llamados CFC-113, CFC-112a, CFC-113a, CFC-114a, CFC-115, había aumentado desde 2010, alcanzando una abundancia récord en 2020.