Dos billones de dólares para la transición energética al año (1,97 billones de euros) a partir del 2030 para los países en desarrollo. Esta es la espectacular cifra que ha puesto sobre la mesa Nicholas Stern, que ha presentado un nuevo estudio comisionado por los gobiernos británico y egipcio para la COP27.

«Los países ricos deben reconocer que la transición energética de los países en desarrollo es vital para sus propios intereses», ha advertido el propio Stern. «Y han admitir también que es asunto de justicia, dado el severo impacto causado por alto nivel de emisiones en el pasado y en presente».

El nuevo ‘informe Stern’: dos billones para la transición energética de los países en desarrollo

El nuevo ‘informe Stern’ ha dado argumentos a los países en desarrollo para incrementar la presión para un acuerdo sobre la financiación del cambio climático. Este es el mayor reto al que se enfrentan los 45.000 delegados de 195 países en la COP27, marcada desde el inicio por las tensiones entre norte y sur.

Varios países dieron avances simbólicos en la jornada de la financiación anunciando que estaban dispuestos a «contribuir a un fondo de «daños y pérdidas» causados por el clima extremo«, como recoge El Mundo. De hecho, la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, ha impulsado la ‘Agenda Bridgetown’. Esta agenda propone la reforma a fondo del Banco Mundial y la creación de nuevos mecanismos unilaterales para financiar la mitigación y la adaptación al cambio climático.

«Gran parte del crecimiento de la infraestructura y del consumo de energía se va a producir en la próxima década en los mercados emergentes y en los países en desarrollo», recalcó Nicholas Stern. «Si esos países siguen encerrados en la dependencia de los combustibles fósiles y de sus emisiones, el mundo no será capaz de evitar un cambio climático peligroso, capaz de causar destrucción y amenazar las vidas de millones tanto en los países ricos como en los países pobres».

Así, el economista británico estima que las ayudas de las instituciones internacionales podrían triplicarse en los próximos cinco años. La mitad de financiación, señala, se podría lograr por vía doméstica, tanto privada como pública.

Además, expuso que, «dada la presión que existe sobre la inversión pública en todos los países, el papel de instituciones multilaterales, como el Banco Mundial, será cada vez más crítico ante la escala de financiación exterior que será necesaria y requerirá un liderazgo real desde lo más alto de esos organismos».