Como se expone en este artículo del diario El Mundo, «si nos hicieran un análisis de sangre u orina, prácticamente todos presentaríamos niveles detectables de alguna sustancia química potencialmente perjudicial». Se estima que hay miles de compuestos y productos químicos que están asociados a problemas de salud o daños ambientales, y que muchas veces forman parte de nuestra vida cotidiana. Por eso, es importante reparar en el peligro de las sustancias químicas europeas.
La Comisión Europea ha publicado un nuevo listado con estas sustancias. Su objetivo es que se vayan añadiendo otras nuevas e inspirar la nueva normativa que se pondrá en marcha en los próximos años. Según la industria química, podrían verse afectadas hasta 12.000 sustancias, presentes en el 74% de los productos de consumo o profesionales.
El artículo recoge las palabras de Maribel Casas, investigadora de ISGlobal y autora de varios estudios sobre estas sustancias. «Estamos expuestos a muchas sustancias diariamente -las que están en perfumes, en cosméticos…- a las que, lógicamente, se tendrán que buscar alternativas. O el consumidor tendrá que asumir que durarán menos de la cuenta, porque son conservantes, antibacterianos… Pero lo importante para la salud pública es que no tengan efectos contraproducentes, este es el objetivo».
Debemos reparar en el peligro de las sustancias químicas europeas. Esto es así ya que, según los datos de la Comisión Europea, en torno a tres cuartos del total de sustancias químicas que se producen en Europa pertenecen a la categoría de peligrosas. Este porcentaje se ha reducido levemente durante los últimos años: «Desde un 78% en 2004, la proporción de todas las sustancias químicas peligrosas para la salud descendió a su valor mínimo del 74% en 2018«, expone un documento del Eurostat.
El consumo de sustancias químicas peligrosas
«El consumo de sustancias químicas peligrosas para la salud en la UE fue de 230 millones de toneladas en 2020«, continúa el informe. Esta nueva lista no habla de ningún producto concreto que sea perjudicial en sí mismo. El problema llega cuando, de forma acumulada y en pequeñas dosis, nos exponemos continuamente a estas sustancias.
«Por tanto, librarse de todas ellas conllevará un importante cambio en los estándares de fabricación, que afectaría a gran parte de los productos que consumimos habitualmente, desde los cosméticos hasta los pañales, pasando por muchos envoltorios de plástico o cartón para la comida, el revestimiento de los sofás o los productos de limpieza e higiene personal. Es decir, la nueva normativa revolucionará la producción de sustancias químicas que acompañan a toda clase de productos y con las que no podemos evitar encontrarnos», continua el artículo de El Mundo.
Entre los grupos de sustancias que podrían restringirse en los próximos años encontramos a los perfluorados, bisfenoles, parabenos, hidrocarburos aromáticos policíclicos… «Nosotros hacemos estudios en mujeres embarazadas y niños y, en muchos de ellos, detectamos sustancias de estas en orina o en sangre. El bisfenol A, por ejemplo, o los ftalatos, que se encuentran en plásticos, o los perfluorados, están en casi todos nosotros. Esto es un dato importante: todos tenemos concentraciones detectables en sangre u orina», detalla Casas, quien valora: «Es una legislación buena. ¿Que tendría que haber salido hace años? Sí. Pero bueno, lo importante es que ha salido».