Petróleo

Reducir la contaminación ocasionada por el petróleo es posible y, no solo eso, es necesario para mejorar nuestra calidad de vida.  Para lograrlo, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) publicó el pasado viernes una batería de medidas que reducirían el consumo de crudo en 2,7 millones de barriles diarios. Esto sería alrededor del 3% de la demanda mundial y equivaldría a lo que gastan todos los coches matriculados en China.

Esa cifra se circunscribe únicamente a los países ricos y podría lograrse, según el organismo dependiente de la OCDE, en  solo cuatro meses. De esta forma, se podría compensar casi íntegramente la reducción de oferta rusa tras las primeras medidas de boicot internacional.

¿Cuáles son esas medidas? Teletrabajo, transporte público más barato, límites de velocidad más estrictos, domingos sin tráfico rodado en las ciudades, desplazamientos en vehículos compartidos y reducción drástica de los desplazamientos aéreos por trabajo.

Si bien bajar el termostato de la calefacción es un gesto útil para reducir el consumo de Gas Natural procedente de Rusia, no es suficiente. Para meter la tijera sobre el petróleo hay que mirar al transporte, que quema el 60% del crudo que se extrae del subsuelo. “Se reducirían significativamente las tensiones potenciales [en los mercados energéticos] en un momento en que una gran cantidad de oferta rusa está dejando de llegar, sobre todo cuando se acerca la temporada de mayor demanda, julio y agosto”, apuntan los técnicos de la Agencia. Las economías avanzadas suman casi la mitad de la demanda petrolera total, lo que amplificaría el efecto de estas medidas si también se extendiesen a las emergentes.

Cómo reducir la contaminación por el petróleo

El decálogo de medidas de la AIE se completa con una llamada a limitar el acceso de los coches de combustión a las ciudades por días de la semana. Además, a aumentar la eficiencia en el transporte de mercancías por carretera y el reparto de paquetería en las ciudades, acelerar en el tránsito hacia coches más eficientes y a sustituir los desplazamientos en avión por los trenes de alta velocidad en los trayectos en los que existen ambas alternativas. También se realiza una apelación a la micromovilidad, los desplazamientos a pie y en bicicleta.

De este modo, se lograrían dos cosas. Por un lado, reducir considerablemente los efectos del petróleo sobre el medio ambiente. Por otro lado, incrementar la independencia energética de países como Rusia. Para conseguirlo, debemos convertirnos en aliados emprendiendo un cambio en nuestras costumbres. Un cambio que no se limite al corto plazo, sino que suponga unos hábitos diferentes que nos garanticen una mejor calidad de vida.

¿Te sumas al cambio?